martes, 2 de diciembre de 2014

Botulismo

Botulismo


Qué es el botulismo


El botulismo es una enfermedad en la que nuestro organismo se altera por una toxina producida por una bacteria llamada Clostridium botulinum, un microorganismo que se encuentra en cualquier lugar del mundo, en forma de espora en la tierra, el suelo, el agua no tratada, etcétera.
La principal vía de contagio del botulismo es a través de la ingesta de esporas que contaminan alimentos en conserva que han sido mal envasados, por eso muchas veces se trata a esta enfermedad como si fuese una verdadera intoxicación alimentaria.
Cuando la espora encuentra las condiciones óptimas para reproducirse comienza a sintetizar la toxina botulínica,que podemos ingerir, y que pasa posteriormente a la sangre, por donde llega al sistema nervioso. Cuando alcanza las neuronas las inutiliza, afectando especialmente a las neuronas activadoras que se encargan de la contracción de los músculos, y dando lugar a flacidez progresiva y debilidad. Sucede lo mismo en el sistema nervioso vegetativo parasimpático, por lo que aparecen náuseas, vómitos, sequedad de boca, y otros síntomas que ayudan al diagnóstico precoz del botulismo.

Causas del botulismo


El Clostridium botulinum es el agente que causa el botulismo. Es una bacteria móvil, no necesita oxígeno para crecer, y puede sobrevivir en cualquier lugar gracias a que se puede convertir en esporas. Sin embargo, las esporas pueden destruirse a altas temperaturas, gracias a lo cual se pueden esterilizar los alimentos para prevenir la enfermedad. Cualquier alimento puede transmitir el botulismo, pero hay que tener especial cuidado con alimentos envasados en conservas, ahumados y salazones, ya que se conservan durante bastante tiempo antes de comerlos, y en ese tiempo la bacteria puede sintetizar la toxina botulínica. La forma más frecuente de intoxicación en los bebés es la ingestión de miel.
Causas del botulismo

Esta toxina botulínica cuando se ingiere afecta directamente al sistema nervioso impidiendo la síntesis de acetilcolina, una sustancia esencial para la contracción de los músculos esqueléticos y también para funciones propias del sistema nervioso parasimpático, que se encarga de funciones complejas de otros órganos. Hay varios subtipos de toxinas, que reciben el nombre de letras (A, B, C, D, E, F…), y todas ellas son resistentes a las altas temperaturas.
Las personas adictas a drogas intravenosas también podían infectar su sangre con la bacteria de manera directa. Otra forma de contagio es la inhalación de esporas por los trabajadores de laboratorios que estudian este tipo de bacterias, pero estos casos no son muy frecuentes porque las medidas de seguridad son muy elevadas



Tipos y síntomas del botulismo

Hay tres tipos de botulismo según los síntomas que predominen, la persona que lo sufra, y la vía de contagio. Estos tipos son:

  • Botulismo por ingesta: los síntomas empiezan entre las 18 y las 36 horas después de comer alimentos contaminados por la toxina. A veces pueden tardar varios días en aparecer según la cantidad de toxina que se haya ingerido. Los síntomas son:
    • Boca seca.
    • Debilidad muscular, comenzando en la cabeza.
    • Visión doble y párpados caídos.
    • Dificultad para respirar.
    • Náuseas, vómitos y dolor abdominal cólico.
    • Dificultad para tragar.



  • Botulismo infantil: se relaciona con la ingesta de miel, principalmente. Los síntomas tardan en aparecer el mismo tiempo que en los adultos, y los más frecuentes son:
    • Estreñimiento.
    • Dificultad para mantener la cabeza erguida.
    • Llanto débil y dificultad para mover las extremidades.
    • Irritabilidad.
    • Párpados caídos.
    • Dificultad para mamar o respirar.





  • Botulismo de las heridas: es difícil saber cuánto tiempo tardan en aparecer los síntomas desde el momento de la infección, porque la mayoría de los afectados por este tipo de botulismo son drogadictos con heridas en mal estado crónicas. Sus síntomas son muy parecidos a los que se presentan por vía digestiva, pero pueden aparecer de forma más brusca y con una progresión más rápida.
La complicación más frecuente en todos los tipos de botulismo es que la debilidad muscular llegue a afectar a los músculos respiratorios. Llegados a ese caso es necesario recurrir a la respiración artificial con ventilación mecánica.

Tratamiento del botulismo



Tratamiento del botulismo
El tratamiento precoz en el botulismo aumenta mucho las posibilidades de superar la enfermedad, por eso el diagnóstico temprano es tan importante. El tratamiento del botulismo consiste en cinco vías de actuación:
  • Impedir la absorción de la toxina: existen casos aislados en los que se sabe que una persona acaba de tomar un alimento contaminado por la toxina botulínica. Esto suele ocurrir cuando se dan brotes epidémicos en una familia o una comunidad y se ha identificado el alimento tóxico. Cuando esto ocurre, se puede inducir el vómito a la persona afectada, y también administrarle laxantes, para así limpiar su tubo digestivo y que la toxina no se absorba.
  • Neutralizar la toxina existente: la toxina que ya haya pasado a la sangre debe inutilizarse mediante la inyección de inmunoglobulina antitoxina. Son unos anticuerpos que se unen a la toxina y la inactivan. Es el único tratamiento específico para el botulismo.
  • Controlar los síntomas: para impedir la debilidad muscular se pueden utilizar fármacos que faciliten la acción de la acetilcolina, como los que se utilizan en lamiastenia gravis. Otros síntomas como la sequedad de boca o de ojos, los vómitos o el dolor abdominal, se pueden tratar sintomáticamente con hidratación, antieméticos y analgésicos.
  • Ingreso en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos): cualquier persona intoxicada por botulismo está en peligro de muerte. Es posible que la debilidad alcance los músculos respiratorios y suceda una parada cardiorrespiratoria. Por eso es necesario un control exhaustivo del paciente en la UCI llegado el caso, donde los médicos podrán actuar con la tecnología necesaria en pocos segundos.
  • Rehabilitación: una vez superada la enfermedad es normal que la debilidad muscular persista un tiempo, e incluso haya dejado secuelas en el movimiento y en el control de la mirada. Para recuperar las condiciones físicas previas se debe realizar un plan de rehabilitación intensiva que incluya ejercicios musculares.

Prevención del Botulismo





Debido a la gravedad de la enfermedad y a que no existe una vacuna completamente efectiva para prevenir la infección, la prevención de la contaminación de los alimentos es la clave para controlar el botulismo.
La normativa del envasado de los alimentos debe contemplar las medidas básicas que evitan la propagación de la bacteria en las conservas y alimentos envasados. La principal fuente de infección se encuentra en los alimentos enlatados y, para evitarlo, los alimentos deben esterilizarse a temperaturas mayores de 110ºC y así eliminar la bacteria. Otras medidas que puedes tener en cuenta para prevenir la infección por botulismo son:
Si una lata está abollada sin haber recibido golpes, está hinchada, o rezuma espuma, debe tirarse a la basura sin ser consumida.
Evita comer alimentos con mal aspecto o mal olor. Sin embargo, la bacteria responsable del botulismo puede estar presente en alimentos que a simple vista parecen estar en buenas condiciones.
Cuando utilices hortalizas y verduras frescas para cocinar deben perlarse pocos minutos antes. Si vas a tardar un tiempo en cocinarlas y están peladas, guárdalas en la nevera.
Las conservas en aceite o los ahumados caseros deben realizarse bajo medidas básicas de higiene. Utilizar ajo, pimentón, u otras hierbas aromáticas, puede facilitar la conserva de los alimentos en buenas condiciones durante bastante tiempo.
Evita dar miel natural a los bebés.
Desarrollar en la comunidad programas de higiene de jeringuillas entre los adictos a drogas por vía intravenosa ha demostrado ser eficaz en la prevención de infecciones como el botulismo.






Apendicitis

Apendicitis
¿Qué es la apendicitis?


Qué es la apendicitis



La apendicitis es la inflamación del apéndice intestinal, y afecta a la mucosa, tejido linfoide y capa muscular. El apéndice se encuentra en el inicio del intestino grueso, en la zona inferior derecha del abdomen. Tiene forma de lombriz de color rosado cuando no está inflamado. En su interior hay muchos folículos linfoides del sistema inmunológico (parecidos a los que hay en las amígdalas de la faringe). Este órgano no tiene ninguna función conocida en el ser humano, es un vestigio de la evolución como pueden ser los músculos que mueven las orejas o el hueso cóccix.
La apendicitis puede aparecer a cualquier edad, pero hay un pico de incidencia entre los 10 y los 30 años sin que se conozca la razón. También se ha detectado que es más frecuente en los varones, aunque no se han encontrado causas hormonales.
El problema de la apendicitis no es la inflamación del apéndice en sí, sino que si dejamos evolucionar el cuadro, el apéndice puede llegar a necrosarse y pudrirse literalmente en el interior del abdomen. Esto provocaría una situación de urgencia, la peritonitis, con gran riesgo para la vida del paciente.
Por todo ello es necesario realizar un diagnóstico y tratamiento precoz que impida la progresión de la apendicitis. El único tratamiento efectivo es la extirpación quirúrgica, lo que convierte a la apendicitis en la causa más frecuente de operación quirúrgica abdominal.


 


Causas de la apendicitis


Causas de la apendicitis


La apendicitis se produce como consecuencia de la obstrucción de su luz, es decir, del conducto interno del apéndice. Esta obstrucción sucede por diferentes motivos:
  • Hiperplasia de folículos linfoides: es la causa de apendicitis más frecuente. Los folículos linfoides apendiculares funcionan igual que las amígdalas faríngeas, de modo que si se infectan por un microbio se inflaman, crecen y obstruyen la luz. Quizá en las edades jóvenes de la vida nuestro organismo es más propenso a ello, y eso justifique que la mayoría de los casos de apendicitis sucedan entre los 10 y los 30 años.
  • Apendicolito o fecalito: es la segunda causa más frecuente. A través del intestino grueso pasa toda la masa fecal hacia el ano. En ocasiones un pequeño excremento puede ocluir la luz apendicular.
  • Cuerpos extraños: del mismo modo que un fecalito, uncuerpo extraño que hayamos ingerido podría obstruir la luz apendicular, siempre que tuviese el tamaño adecuado.
  • Microorganismo y parásitos: ya sea porque obstruyen directamente la luz o porque inflaman los folículos linfoides. El microorganismo que más se relaciona con la apendicitis es la Yersinia.
  • Tumores: muy raro que den la cara provocando una apendicitis; pueden ser del propio apéndice o del colon.

Síntomas de la apendicitis





Los síntomas de la apendicitis se han descrito clásicamente en un orden conocido como la patocronia de Murphy. A pesar de ello, este orden sólo se respeta en el 50% de los pacientes, lo que hace que el diagnóstico de la apendicitis no resulte sencillo.
1. El dolor comienza en el epigastrio (en la zona alta del abdomen) o en la región periumbilical (en el centro del abdomen en la zona del ombligo). Es un dolor sordo y continuo (dolor tipo cólico).
2. Náuseas y vómitos.
3. El dolor se irradia hacia el flanco derecho del abdomen y termina por localizarse en la fosa ilíaca derecha (zona inferior derecha del abdomen) de forma continua.
Si alguno de estos síntomas aparece antes que otro, el diagnóstico puede confundirse. Por ejemplo, si aparecen antes las náuseas y los vómitos es fácil confundirlo con una gastroenteritis.
La anorexia (falta de ganas de comer) y la febrícula (menos de 38ºC) están presentes en casi todas las apendicitis. Ahora bien, si aparece fiebre debemos pensar que el apéndice se ha perforado y supone una urgencia mayor.
Varias enfermedades ocasionan dolor en el cuadrante inferior derecho del abdomen simulando los síntomas de apendicitis aguda: enfermedad de Crohn, diverticulitis de Meckel (es una inflamación de una bolsa o divertículo que el 2% de la población tiene de forma congénita en el intestino delgado), ileocolitis por bacterias como la Yersinia, colitis amebiana, colitis tuberculosa, linfoma, cáncer de colon perforado o alteraciones ginecológicas.
Es importante destacar que ciertas alteraciones ginecológicas como: el embarazo ectópico, la torsión de un quiste ovárico y el proceso de la ovulación del ciclo menstrual (que es lo más común), pueden ocasionar dolor sin fiebre, y se confunden con la apendicitis. En el embarazo, la apendicitis es difícil de diagnosticar porque el apéndice se desplaza hacia el cuadrante superior derecho del abdomen.
Esta clásica presentación de los síntomas detallada anteriormente, no ocurre en niños menores de tres años y lactantes, lo cual dificulta el diagnóstico. Esto puede suceder, en parte, debido a que la apendicitis aguda transcurre muy rápidamente, y también a consecuencia de la escasa información que ofrece el paciente.

En los ancianos, la apendicitis aguda es también un proceso grave, con riesgo elevado de muerte. Los síntomas de apendicitis, no son muy claros y retrasan el diagnóstico. Aparece un discreto dolor en la fosa ilíaca derecha, sin fiebre ni vómitos, y  es muy común la presencia del abdomen hinchado causado por la paralización de los movimientos peristálticos del intestino debida a la apendicitis, lo que se conoce como íleo paralítico. 



Tratamiento de la apendicitis
El tratamiento de la apendicitis es quirúrgico y urgente; se extirpa el apéndice y se elimina la inflamación (apendicectomía). Solamente en los pacientes con apendicitis subaguda, que tiene una duración más larga sin afección general, la cirugía se suele realizar más tardíamente.
Se puede operar de dos formas:




  • Laparoscopia: un método cada vez más utilizado, que consiste en realizar unas pequeñas incisiones en la superficie abdominal por donde se pasan instrumentos que nos permiten visualizar el interior y manipularlo. La apendicectomía laparoscópica está siendo de elección en una gran cantidad de casos con apendicitis aguda, tanto en etapas tempranas como en etapas avanzadas. Uno de los beneficios de esta técnica es el corto post-operatorio y la rápida recuperación del paciente.


  • Laparotomía: en este caso se realiza una incisión mayor en el abdomen para poder buscar y extirpar el apéndice manualmente. La incisión más utilizada es la incisión de McBurney, que sigue un trayecto paralelo a la ingle en la región inferior derecha del abdomen, donde está el apéndice.
En cualquiera de los dos casos el primer paso será localizar el apéndice, que está justo al inicio del colon ascendente, en el ciego. Lo habitual es que lleve poco tiempo, pero en enfermos obesos se puede tardar varios minutos. Una vez localizado se debe seccionar el peritoneo que une el apéndice al intestino como si de una membrana se tratara. En ese punto es muy importante asegurarse que las arterias que irrigan el apéndice están localizadas y adecuadamente comprimidas para evitar una hemorragia al seccionarlas. Finalmente se corta el apéndice y la herida que deja se cose para evitar que sangre o se desgarre.
Se debe realizar profilaxis antibiótica intravenosa antes de la operación, pero sólo si el diagnóstico está claro porque podría camuflar una infección.
En los casos en los que la apendicitis está muy evolucionada y se ha formado un plastrón apendicular, la cirugía puede retrasarse hasta un mes y cuando se haya 'enfriado' se trata con antibióticos y se opera.
Si existe peritonitis generalizada se realiza un lavado de la cavidad abdominal.
En todos los casos se realiza la profilaxis antibiótica intravenosa.